ACOMPAÑAMIENTO EMOCIONAL Y TIEMPO DE CALIDAD PARA LA SEMANA SANTA

30 de marzo de 2020

RUTINAS PARA SOBRELLEVAR EL CONFINAMIENTO CON NIÑOS

Desde que comenzó la cuarentena las redes se han llenado de artículos y posts hablando de las cosas que se pueden hacer con los niños durante este prolongado tiempo en casa. De pronto parece que en todos los hogares se estuvieran haciendo maratones de manualidades a cual más creativa, bizcochones de todo tipo, rutinas de ejercicio extenuantes, coreografías familiares perfectamente sincronizadas en casas maravillosamente limpias y todo eso con las tareas escolares perfectamente terminadas. Y de pronto, de tanto exponernos a ese universo idealizado de las casas ajenas, nos agobiamos, porque nosotros no llegamos. Porque no nos da la vida para tanto a pesar de que, paradójicamente, se supone que ahora tenemos más tiempo que antes. Algunos se sienten culpables por no estar sabiendo aprovechar este momento, por no hacer suficientes cosas para los niños, por no hacer todas las tareas escolares perfectamente, por no tenerlos suficientemente entretenidos y estimulados o por recurrir a la televisión más que de costumbre. Cada situación familiar es diferente y hacemos lo que podemos con lo que tenemos, es un momento de gran estrés y dificultad de conciliación para muchas familias.

Creo que es importante bajar el nivel de exigencia en estos días, aprovechar, quienes tienen una situación que lo hace posible, para precisamente bajar el ritmo y hacer cosas, sí, cosas que el ritmo habitual de nuestras vidas no nos permite, dedicarle más tiempo a nuestros hijos, sí, pero no a un ritmo desenfrenado. No son pocos los niños que le están diciendo a sus padres ya que están cansados, que tienen ganas de no hacer nada más, es importante no caer en el error de saturarlos.

Quienes estén teletrabajando (y no estuvieran acostumbrados a hacerlo antes), probablemente habrán descubierto que les cuesta bastante más que antes concentrarse. Ahora que ya llevamos dos semanas confinados, quizá hayan empezado a recuperar un ritmo de trabajo y una capacidad de concentración algo mayores. Pues bien, no olviden que a los niños les pasa lo mismo. No es igual concentrarse estando todo el día (muchos días) en casa, que cuando, como antes, por la mañana han tenido un cambio o varios de escenario, han tenido tiempo para jugar con sus amigos, han estado al aire libre, etc. Cuidado con la exigencia, seamos flexibles, no es el momento de exigir de más. Si a nosotros nos cuesta centrarnos, debemos entender que a ellos también.

Pero recetas, manualidades y tablas de ejercicios aparte, hay una idea que se repite constantemente: la necesidad de una rutina. ¿Por qué? Una rutina no es solo en este momento necesaria para los niños, lo es siempre, pero es cierto que precisamente ahora, en una situación en que todo ha cambiado tan drástica y bruscamente, el poder aferrarse a ciertos rituales y tener un orden diario, nos ayuda, a niños y a mayores, a vivir día a día y a que, en esta situación a la que desgraciadamente no le podemos poner una cuenta atrás, porque desconocemos cuándo será su final, podamos reducir al menos un poco la sensación de incertidumbre. Esto nos ayudará a estar más fuertes para encarar el confinamiento y, enfocándonos en el caso de los niños, les permitirá estar algo más serenos. Asimismo, elaborando un horario nos aseguramos de no estar pasando demasiadas horas haciendo algo a lo que no le queremos dedicar tanto tiempo, logrando un reparto más equitativo del mismo. Saber qué me espera al día siguiente suele tener un efecto tranquilizador, como una suerte de oasis de certidumbre dentro de este momento tan cambiante e impredecible.

A continuación les señalo una serie de puntos que considero interesantes a la hora de establecer las rutinas con los niños:

  • Diseñar el horario juntos, negociando con nuestros hijos el tiempo que le dedicaremos a cada actividad y permitiéndoles decidir por sí mismos cuándo prefieren hacer determinadas cosas. Los niños y adolescentes aceptarán mucho mejor estas rutinas si se les hace partícipes y se les permite cierta autonomía -a cada uno acorde con su edad- a la hora de escoger.
  • Poner el horario por escrito (o con dibujos para los que aún no saben leer) en un lugar bien visible.
  • Hacer el horario con una previsión máxima de una semana, incluso mejor si se hace varias veces a la semana para un par de días (nadie quiere ver en un calendario todos los días que aún le faltan para que termine la situación, es mucho mejor ir día a día).
  • Seamos lo suficientemente flexibles como para dar respuesta al estado emocional cambiante que experimentaremos estos días. Habrá momentos en que ni niños ni adultos tengamos energía o ganas de hacer algo que habíamos planificado. Es importante no olvidar que ese estado desagradable es solo transitorio, que pasará, y que quizá ahora no sea el momento de hacer aquello que teníamos planeado (sea esto hacer ejercicio o hacer tareas de clase). Permitámonoslo, siempre y cuando no sea la norma, y, por tanto, el horario pierda del todo su sentido.
  • Aunque tengan una estructura similar, no todos los días tienen que ser iguales, a pesar de que haya pasos básicos que sí lo sean (higiene, comidas…).
  • Asegurarnos de que incluimos actividades para que se co-responsabilicen de las tareas domésticas en mayor medida de lo que lo hacen habitualmente. De esta manera aprovechamos esta situación para educar en responsabilidad y autonomía. Es un buen momento para hacerles conscientes de la cantidad de trabajo que hay en casa y de que hay cosas en las que ellos ya pueden colaborar.
  • Reservar siempre momentos para el juego libre, sin planificar de antemano lo que se hará en esos ratos. Es muy importante que los niños puedan decidir sobre la marcha qué hacer, incluso que puedan aburrirse un poco y experimentar con lo que hay por casa para inventar algo. Seguro que ya lo han escuchado muchas veces, pero es cierto y conviene recalcarlo: el aburrimiento puede derivar, si se les deja tiempo a los niños, en una oportunidad para desarrollar la creatividad. No les demos todo hecho y dejemos su imaginación fluir.
  • A pesar de que la pereza nos tiente, es bueno cambiarse de ropa, quitarse el pijama (aunque sea para ponerse un chándal). Hacer la cama, asearnos y vestirnos influye en nuestro estado emocional y en nuestra predisposición para afrontar el día con un talante más positivo, es una buena rutina para introducir al comienzo del día.
  • Plantear actividades en distintas estancias de la casa hace que el día a día resulte menos monótono: unos juegos se pueden hacer en el salón, otros en su habitación, incluso alguno en la habitación de los padres y madres, y hasta puede que haya tiempo (y espacio) para jugar en el baño o la cocina.
  • Es importante hacer algo de ejercicio físico cada día, en el formato que más les guste. Tiene efectos potentísimos, no solo en la salud física sino en la psicológica.
  • Controlar y reglar los tiempos que pasan delante de la pantalla. Cada familia tiene una situación distinta y habrá algunas que tengan que trabajar mucho y tendrán menos tiempo para dedicarle a sus hijos, por lo que es natural que estos días los niños pasen algo más de tiempo frente a las pantallas de lo normal. Aun así, es importante que este tiempo sea limitado, que estén reglados los ratos en que pueden hacerlo y se controle a qué tienen acceso, asegurarnos de que sea apropiado para su edad.
  • Recuerden: cuidado con saturarlos, bajar el ritmo puede ser también una buena lección a aprender estos días. Así que, vayamos probando, y, si vemos que estamos llenándoles el día con demasiadas cosas, reduzcamos la marcha.
  • Guardar algún rato del día para hablar con ellos de nuestras y sus emociones. Este momento que vivimos es maravilloso para enseñar a los niños una gran lección: la solidaridad y la empatía. Cuéntenles por qué se aplaude todos los días a las 7 por la ventana, cómo mucha gente está ayudando de distintas maneras: los trabajadores que permiten que tengamos comida, los sanitarios, los que limpian los hospitales, quienes velan por nuestra seguridad, la gente particular y empresas que están cosiendo mascarillas e imprimiendo objetos en 3D. Aprovechen para mostrarles todo lo bonito que esta situación está sacando a la luz y busquen juntos maneras en que también ellos mismos podrían ayudar (llevar la compra a algún vecino mayor, llamarlos por teléfono para que no se sientan solos, ayudar no saliendo de casa, colgar dibujos de las ventanas para que los otros niños del barrio los vean y se animen, mandar dibujos o cartas a niños enfermos en el hospital, etc.)
  • Por último, creo que, además de mostrarles esa cara positiva menos visible de la situación que vivimos, debemos inculcarles a nuestros hijos el agradecimiento. Es un gran momento para enseñarles a darse cuenta de que hay mucha gente que está peor que ellos y de que aún hay muchísimas cosas por las que pueden estar agradecidos. Merece la pena dedicarle cada día un momento a esto.

Por aquí les dejo algunos links a páginas que me han parecido interesantes en referencia a este tema:

Scroll al inicio